casidas
Quiero bajar al pozo,
quiero subir los muros de Granada,
para mirar el corazуn pasado
por el punzуn oscuro de las aguas.
El niсo herido gemнa
con una corona de escarcha.
Estanques, aljibes y fuentes
levantaban al aire sus espadas.
ЎAy, quй furia de amor, quй hiriente filo,
quй nocturno rumor, quй muerte blanca!
ЎQuй desiertos de luz iban hundiendo
los arenales de la madrugada!
El niсo estaba solo
con la ciudad dormida en la garganta.
Un surtidor que viene de los sueсos
lo defiende del hambre de las algas.
El niсo y su agonнa, frente a frente,
eran dos verdes lluvias enlazadas.
El niсo se tendнa por la tierra
y su agonнa se curvaba.
Quiero bajar al pozo,
quiero morir mi muerte a bocanadas,
quiero llenar mi corazуn de musgo,
para ver al herido por el agua.
CASIDA DEL LLANTO
He cerrado mi balcуn
por que no quiero oнr el llanto
pero por detrбs de los grises muros
no se oye otra cosa que el llanto.
Hay muy pocos бngeles que canten,
hay muy pocos perros que ladren,
mil violines caben en la palma de mi mano.
Pero el llanto es un perro inmenso,
el llanto es un бngel inmenso,
el llanto es un violнn inmenso,
las lбgrimas amordazan al viento,
no se oye otra cosa que el llanto.
CASIDA DE LOS RAMOS
Por las arboledas del Tamarit
han venido los perros de plomo
a esperar que se caigan los ramos,
a esperar que se quiebren ellos solos.
El Tamarit tiene un manzano
con una manzana de sollozos.
Un ruiseсor apaga los suspiros
y un faisбn los ahuyenta por el polvo.
Pero los ramos son alegres,
los ramos son como nosotros.
No piensan en la lluvia y se han dormido,
como si fueran бrboles, de pronto.
Sentados con el agua en las rodillas
dos valles esperaban al otoсo.
La penumbra con paso de elefante
empujaba las ramas y los troncos.
Por las arboledas de Tamarit
hay muchos niсos de velado rostro
a esperar que se caigan mis ramos,
a esperar que se quiebren ellos solos.
CASIDA DE LA MUJER TENDIDA
Verte desnuda es recordar la tierra.
La tierra lisa, limpia de caballos.
La tierra sin un junco, forma pura
cerrada al porvenir: confнn de plata.
Verte desnuda es comprender el ansia
de la lluvia que busca dйbil talle,
o la fiebre del mar de inmenso rostro
sin encontrar la luz de su mejilla.
La sangre sonarб por las alcobas
y vendrб con espada fulgurante,
pero tъ no sabrбs dуnde se ocultan
el corazуn de sapo o la violeta.
Tu vientre es una lucha de raнces,
tus labios son un alba sin contorno,
bajo las rosas tibias de la cama
los muertos gimen esperando turno.
CASIDA DEL SUEСO AL AIRE LIBRE
Flor de jazmнn y toro degollado.
Pavimento infinito. Mapa. Sala. Arpa. Alba.
La niсa finge un toro de jazmines
y el toro es un sangriento crepъsculo que brama.
Si el cielo fuera un niсo pequeсito,
los jazmines tendrнan mitad de noche oscura,
y el toro circo azul sin lidiadores
y un corazуn al pie de una columna.
Pero el cielo es un elefante
y el jazmнn es un agua sin sangre
y la niсa es un ramo nocturno
por el inmenso pavimento oscuro.
Entre el jazmнn y el toro
o garfios de marfil o gente dormida.
En el jazmнn un elefante y nubes
y en el toro el esqueleto de la niсa.
CASIDA DE LA MANO IMPOSIBLE
Yo no quiero mбs que una mano,
una mano herida, si es posible.
Yo no quiero mбs que una mano,
aunque pase mil noches sin lecho.
Serнa un pбlido lirio de cal,
serнa una paloma amarrada a mi corazуn,
serнa el guardнan que en la noche de mi trбnsito
prohibiera en absoluto la entrada a la luna.
Yo no quiero mбs que esa mano
para los diarios aceites y la sбbana blanca de mi agonнa
Yo no quiero mбs que esa mano
para tener un ala de mi muerte.
Lo demбs todo pasa.
Rubor sin nombre ya, astro perpetuo.
Lo demбs es lo otro; viento triste,
mientras las hojas huyen en bandadas.
CASIDA DE LA ROSA
A Angel Lбzaro
La rosa
no buscaba la aurora:
casi eterna en su ramo,
buscaba otra cosa.
La rosa,
no buscaba ni ciencia ni sombra:
confнn de carne y sueсo,
buscaba otra cosa.
La rosa,
no buscaba la rosa.
Inmуvil por el cielo
buscaba otra cosa.
CASIDA DE LA MUCHACHA DORADA
La muchacha dorada
se baсaba en el agua
y el agua se doraba.
Las algas y las ramas
en sombra la asombraban
y el ruiseсor cantaba
por la muchacha blanca.
Vino la noche clara,
turbia de plata mala,
con peladas montaсas,
bajo la brisa parda.
La muchacha mojada
era blanca en el agua
y el agua, llamarada.
Vino el alba sin mancha
con mil caras de vaca,
yerta y amortajada
con heladas guirnaldas.
La muchacha de lбgrimas
se baсaba entre llamas,
y el ruiseсor lloraba
con las alas quemadas.
La muchacha dorada
era una blanca garza
y el agua la doraba.
CASIDA DE LAS PALOMAS OSCURAS
A Claudio Guillйn
Niсo en Sevilla
Por las ramas del laurel
van dos palomas oscuras.
La una era el sol,
la otra la luna.
"Vecinitas", les dije,
"їdуnde estб mi sepultura?"
"En mi cola", dijo el sol.
"En mi garganta", dijo la luna.
Y yo que estaba caminando
con la tierra por la cintura
vi dos бguilas de nieve
y una muchacha desnuda.
La una era la otra
y la muchacha era ninguna.
"Aguilitas", les dije,
"їdуnde estб mi sepultura?"
"En mi cola", dijo el sol.
"En mi garganta", dijo la luna.
Por las ramas del laurel
vi dos palomas desnudas.
La una era la otra
y las dos eran ninguna.
Свидетельство о публикации №106082300355
Sin dolor y sin traición.
A pesar de todas las circunstancias,
Yo te privo de estos tormentos.
Fácil de muerte a ti, mi amigo!
Nunca sabrás la causa,
¿Por qué el cuchillo, воткнувшийся en la espalda
Fue enviado de amistad de las manos.
Мария Буркова 01.08.2014 18:42 Заявить о нарушении