romancero gitano
MUERTE DE ANTOСITO EL CAMBORIO
a Josй Antonio Rubio Sacristбn
Voces de muerte sonaron
cerca del Guadalquivir.
Voces antiguas que cercan
voz de clavel varonil.
Les clavу sobre las botas
mordiscos de jabalн.
En la lucha daba saltos
jabonados de delfнn.
Baсу con sangre enemiga
su corbata carmesн,
pero eran cuatro puсales
y tuvo que sucumbir.
Cuando las estrellas clavan
rejones al agua gris,
cuando los erales sueсan
verуnicas de alhelн,
voces de muerte sonaron
cerca del Guadalquivir.
*
Antonio Torres Heredia,
Camborio de dura crin,
moreno de verde luna,
voz de clavel varonil:
їQuiйn te ha quitado la vida
cerca del Guadalquivir?
Mis cuatro primos Heredias
hijos de Benamejн.
Lo que en otros no envidiaban,
ya lo envidiaban en mн.
Zapatos color corinto,
medallones de marfil,
y este cutis amasado
con aceituna y jazmнn.
ЎAy Antoсito el Camborio
digno de una Emperatriz!
Acuйrdate de la Virgen
porque te vas a morir.
ЎAy Federico Garcнa,
llama a la Guardia Civil!
Ya mi talle se ha quebrado
como caсa de maнz.
*
Tres golpes de sangre tuvo
y se muriу de perfil.
Viva moneda que nunca
se volverб a repetir.
Un бngel marchoso pone
su cabeza en un cojнn.
Otros de rubor cansado,
encendieron un candil.
Y cuando los cuatro primos
llegan a Benamejн,
voces de muerte cesaron
cerca del Guadalquivir.
LA CASADA INFIEL
a Lydia Cabrera y a su negrita
Y que yo me la llevй al rнo
creyendo que era mozuela,
pero tenнa marido.
Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las ъltimas esquinas
toquй sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidуn de su enagua
me sonaba en el oнdo,
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
los бrboles han crecido,
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del rнo.
*
Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quitй la corbata.
Ella se quitу el vestido.
Yo el cinturуn con revуlver.
Ella sus cuatro corpiсos.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frнo.
Aquella noche corrн
el mejor de los caminos,
montado en potra de nбcar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena
yo me la llevй del rнo.
Con el aire se batнan
las espadas de los lirios.
Me portй como quien soy.
Como un gitano legнtimo.
Le regalй un costurero
grande de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al rнo.
REYERTA
A Rafael Mйndez
En la mitad del barranco
las navajas de Albacete,
bellas de sangre contraria,
relucen como los peces.
Una dura luz de naipe
recorta en el agrio verde,
caballos enfurecidos
y perfiles de jinetes.
En la copa de un olivo
lloran dos viejas mujeres.
El toro de la reyerta
se sube por las paredes.
Бngeles negros traнan
paсuelos y agua de nieve.
Бngeles con grandes alas
de navajas de Albacete.
Juan Antonio el de Montilla
rueda muerto la pendiente,
su cuerpo lleno de lirios
y una granada en las sienes.
Ahora monta cruz de fuego,
carretera de la muerte.
*
El juez, con guardia civil,
por los olivares viene.
Sangre resbalada gime
muda canciуn de serpiente.
Seсores guardias civiles:
aquн pasу lo de siempre.
Han muerto cuatro romanos
y cinco cartagineses.
*
La tarde loca de higueras
y de rumores calientes
cae desmayada en los muslos
heridos de los jinetes.
Y бngeles negros volaban
por el aire del poniente.
Бngeles de largas trenzas
y corazones de aceite.
ROMANCE DE LA PENA NEGRA
A Josй Navarro Pardo
Las piquetas de los gallos
cavan buscando la aurora,
cuando por el monte oscuro
baja Soledad Montoya.
Cobre amarillo, su carne,
huele a caballo y a sombra.
Yunques ahumados sus pechos,
gimen canciones redondas.
Soledad, їpor quiйn preguntas
sin compaсa y a estas horas?
Pregunte por quien pregunte,
dime: їa ti quй se te importa?
Vengo a buscar lo que busco,
mi alegrнa y mi persona.
Soledad de mis pesares,
caballo que se desboca,
al fin encuentra la mar
y se lo tragan las olas.
No me recuerdes el mar,
que la pena negra, brota
en las tierras de aceituna
bajo el rumor de las hojas.
ЎSoledad, quй pena tienes!
ЎQuй pena tan lastimosa!
Lloras zumo de limуn
agrio de espera y de boca.
ЎQuй pena tan grande! Corro
mi casa como una loca,
mis dos trenzas por el suelo,
de la cocina a la alcoba.
ЎQuй pena! Me estoy poniendo
de azabache carne y ropa.
ЎAy, mis camisas de hilo!
ЎAy, mis muslos de amapola!
Soledad: lava tu cuerpo
con agua de las alondras,
y deja tu corazуn
en paz, Soledad Montoya.
*
Por abajo canta el rнo:
volante de cielo y hojas.
Con flores de calabaza,
la nueva luz se corona.
ЎOh pena de los gitanos!
Pena limpia y siempre sola.
ЎOh pena de cauce oculto
y madrugada remota!
ROMANCE SONБMBULO
A Gloria Giner
y a Fernando de los Rнos
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaсa.
Con la sombra en la cintura
ella sueсa en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de frнa plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas le estбn mirando
y ella no puede mirarlas.
*
Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha,
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduсo,
eriza sus pitas agrias.
їPero quiйn vendrб? їY por dуnde...?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soсando en la mar amarga.
*
Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los montes de Cabra.
Si yo pudiera, mocito,
ese trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sбbanas de holanda.
їNo ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas,
dejadme subir, dejadme,
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.
*
Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lбgrimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal,
herнan la madrugada.
*
Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento, dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.
ЎCompadre! їDуnde estб, dime?
їDуnde estб mi niсa amarga?
ЎCuбntas veces te esperу!
ЎCuбntas veces te esperara,
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!
*
Sobre el rostro del aljibe
se mecнa la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de frнa plata.
Un carбmbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche su puso нntima
como una pequeсa plaza.
Guardias civiles borrachos,
en la puerta golpeaban.
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaсa.
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